JUAN FRANCISCO GARCÍA |
Hasta
hace unas décadas, cuando los procesos electorales los realizada y sancionaba
la Secretaría de Gobernación, es decir: El gobierno era juez y parte, no solo
se entendía sino que hasta se justificaba que como una forma de protestar e
inconformarse, el ciudadano “votara” por Cantinflas en las elecciones
presidenciales y era recurrente sexenio tras sexenio: En lugar de cruzar la
boleta para señalar al candidato de su preferencia, escribían el nombre del
popular cómico mexicano.
En
esos procesos electorales no había necesidad de esperar el día de las
elecciones. El ganador era siempre el abanderado del PRI. Incluso, se sabía el
nombre del próximo presidente de la república desde que su predecesor daba el
dedazo, meses antes de ir a las urnas. Seguía el destape. Los diferentes
sectores del tricolor se “pronunciaban” por el ungido. Todo era una farsa. Sólo
había un gran elector: El primer mandatario en turno.
Sin
embargo, en el devenir de estos años ha habido varias reformas y una de ellas
es que las elecciones son ahora ciudadanizadas, es decir, que todo el proceso
electoral está a cargo de ciudadanos y no del gobierno como era en el pasado.
Asimismo, poco a poco se ha avanzado en la equidad y la prueba de ello es que
ya hay alternancia en el poder público, por lo que se puede decir que gana
quien en verdad desea la mayoría de la ciudadanía y no el candidato o candidata
que propone el gobernante en turno.
Partiendo
de lo anterior y las millonarias sumas de dinero que se gastan en la
preparación y realización de las elecciones, es que consideremos como una
irresponsabilidad ciudadana el hecho en que en las elecciones del pasado
domingo tanto en Nayarit como en Coahuila, se haya repetido un fenómeno similar
al voto por Cantinflas, al expresar los votantes su rechazo a los comicios para
renovar alcaldías y congresos locales escribiendo en la boleta la frase de
moda: “No era penal”.
Consideramos
que el mensaje no es que hayamos vuelto a los tiempos del autoritarismo del
PRI, sino la consecuencia de un hartazgo y desconfianza ciudadana en contra de
todos los partidos políticos y sus candidatos porque todos han fallado al legar
al poder, por lo que más que campañas cívicas para que el fenómeno no se
repita” como propone el legislador priista Manlio Fabio Beltrones que llama a
esta acción “desgano democrático”, lo que tienen que hacer los partidos
políticos es, primero, proponer a ciudadanos con arraigo en la sociedad y de
reconocida solvencia moral que inspiren confianza en el electorado, a los que
deberán de exigir en su encargo que cumplan con lo que se comprometieron en
campaña, es decir: Servir al pueblo, no servirse ellos del erario como ha
sucedido hasta ahora en que llegan al cargo con una mano adelante y otra atrás,
pero al término del mismo, son los nuevos ricos de su municipio, su estado y
hasta del país, mientras la población se debate en la miseria y en la carencia
de obra social como de servicios públicos.