Al
acabar la Segunda Guerra Mundial, los soldados soviéticos de vuelta a casa se
trajeron como recuerdo objetos que no había en aquella época en la Unión
Soviética. Por ejemplo, discos con música occidental, grabaciones censuradas
por el Gobierno en un intento de detener la influencia extranjera, contraria
ideológicamente a los países del bloque soviético.
Y
como el vinilo era escaso y se dependía de las copias que venían a través de
Europa del Este, donde los controles sobre los discos eran menos estrictos. Los
ingeniosos rusos comenzaron la copia de los discos prohibidos, en radiografías
de rayos X rescatadas de contenedores de residuos hospitalarios.
Así
surgieron los 'discos de huesos' o 'discos de costillas'. Al principio las
radiografías se cortaban de manera muy artesanal con tijeras de manicura en
discos de 23 a 25 centímetros de diámetro con el agujero central hecho con un
cigarrillo.
Después
ante la demanda y la falta de grabaciones de música 'no recomendada' y que las
dificultades agudizan el ingenio, el método se perfeccionó para duplicar los
discos. Grabaciones clandestinas que se distribuían de manera similar como las
copias de texto samizdat, literatura prohibida por el régimen soviético.