domingo, 9 de noviembre de 2014

VIVIR EN LA ANCHURA Teresa Gil/

TERESA GIL
Libros de ayer y hoy. Uno de los personajes más gordos que he conocido en la literatura, es el de Rex Stout, Nero Wolfe. Llegó a pesar 390 kilogramos. Y eso trae a colación uno de los problemas que está llegando a su límite, también, en el país, el de la salud. Y un asunto crucial que involucra varias enfermedades, duerme en la inercia, el de la obesidad.
Tener sobrepeso atañe a otra enfermedad, la terrible diabetes, cuyo día mundial será conmemorado el próximo 14 de noviembre.
Datos oficiales –Encuesta Nacional de Salud-, mencionan a alrededor de 72 por ciento de obesos mexicanos, de los cuales más del nueve por ciento tienen diagnóstico previo de diabetes. Expertos en obesidad han señalado que el control de peso ha resultado otro fracaso de las autoridades de salud  a un año de haberse lanzado el programa específico, porque en el fondo del problema subyace el interés de las empresas vendedoras de alimentos chatarra.
Y hacen la advertencia de que el problema se calcula a tan bajo nivel que el aumento presupuestal que se tiene contemplado apenas es de 2 por ciento para obesidad y diabetes. Y eso, que sólo en diabetes, hay un promedio de alrededor de 73 muertes por cada cien mil habitantes, aunque se cree que en 2015 podrían morir alrededor de cien mil  personas.
Los días dedicados a un tema son utilizados por las autoridades para dar informes, generar promesas y hacer llamados a la conciencia ciudadana. Transcurrido el día, las cosas se olvidan.
Si algunos autores han creado personajes pasados de peso quizá se deba a que antes, ser gordo era raro. O a que los autores lo eran como Chesterton uno de cuyos personajes en El Hombre que fue jueves –ya mencionado antes en esta columna-, era inmensamente gordo. Y otro, también ya citado, de Wilkie Collins –quien era flaco y chaparro-, el conde Fosco, tan ampliamente gordo, que cuando muere es exhibido en una vitrina en París.
Un autor que padeció una inmensa obesidad fue Felisberto Hernández, quien inspiró la tesis de la maestra e historiadora Azucena Franco, El cuerpo en la literatura de Felisberto Hernández (UNAM, 2012).
Cuando murió este autor uruguayo, hubo que tumbar la puerta para sacarlo y en el cementerio se abrieron dos fosas para que cupiera. Rex Stout, creó a su personaje al estilo de los viejos maestros del crimen; era extranjero -nació en Montenegro y se naturalizó estadounidense-, y aunque al principio era gordo “con una inmensidad globular de 160 kilogramos de peso”, después casi  triplicó ese peso.
“El gordo Nero Golfe, bebedor de cerveza y cultivador de raras especies de orquídeas”, decía Narcejac. Llegó un momento en que el detective no podía caminar debido a su gordura y sólo se movía lo necesario. En la televisión estuvo 8 meses en 1981, interpretado por William Conrad, el mismo que después hizo a otro detective con sobrepeso, Cannon. Sacar a relucir un problema que es mundial y que se ha convertido en muchos casos en mórbido, tiene la intención de advertir, cosa que algunos autores sólo lo hacen por mero placer literario o para demostrar que la envoltura corporal es irrelevante, cuando la mente está lúcida.. Stout (Las arañas de oro, Plaza Janes, editores 1982), gran autor, nunca alcanzó los niveles de Chandler, Cain y Hamnet, aunque fue nombrado el mejor maestro del crimen del siglo pasado.
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx