domingo, 4 de enero de 2015

ENTRESEMANA ¿Cambios? Moisés Sánchez Limón


En el cierre de 2014 las conjeturas y apuestas respecto de cambios en el gabinete presidencial  sin duda provocaron más de una sonrisas maliciosa, pero igual preocupación entre quienes en las ligas mayores del gobierno federal no acaban de cuajar o simplemente han pasado desapercibidos en sus tareas. En esto del quehacer político hay de fantasmas a fantasmas.
Pero, como lo refiriera el coordinador de los diputados federales del PAN, José Isabel Trejo Reyes, si los cambios en el equipo del Presidente o gobernante en turno sirvieran de algo, entonces a cada rato serían relevados del cargo los funcionarios públicos de alto rango.
Y tiene razón Trejo Reyes. Porque, por ejemplo, la licencia de Ángel Heladio Aguirre Rivero, que en los hechos es una renuncia al cargo de gobernador de Guerrero, no solucionó el fondo del conflicto político-social que vive aquella entidad.
En contraste, la dimisión de Fausto Vallejo Figueroa, por lo menos sirvió para atemperar el clima político que se había calentado a partir de la aprehensión de quien fuera su secretario de Gobierno, Jesús Reyna, y el escándalo por los vínculos de su hijo Rodrigo Vallejo Mora. Pero no fue una solución a la grave situación que priva en Michoacán, ahora en una nueva vertiente de crisis por los casos de Humberto Mora y El Americano, convertidos en verdadero dolor de cabeza para el comisionado Alfredo Castillo.
Aunque, en estas versiones y trascendidos de cambios en el gabinete, por lo menos hay sustento en el caso del secretario de Energía, Ildefonso Guajardo Villarreal, quien a partir de la segunda quincena de este mes deberá solicitar licencia para separarse del cargo e ir en busca de la candidatura al gobierno de Nuevo León, a la que igual aspira la senadora y dirigente del sector popular del PRI, la CNOP, Cristina Díaz Salazar.
Pero, que se sepa, no hay otro miembro del gabinete que quiera ser candidato a gobernador ni diputado federal o presidente municipal; vaya, sería demeritar su carrera aquel que, de integrante del equipo presidencial –del gabinete legal o el ampliado, aunque mi amigo Carlos Ferreyra tenga prurito por esta diferencia de niveles, que no es inventiva mía—pretendiera una curul. Vaya, salvo que sea orden presidencial.
Lo cierto es que, comulgo con lo dicho por Trejo Reyes. ¿Usted cree que la renuncia de Luis Videgaray Caso a la Secretaría de Hacienda resuelva de un plumazo la crisis económica por la que atraviesa el país? ¿Alguien considera que de renunciar Emilio Lozoya Austin a la dirección general de Pemex, de inmediato subiría el precio internacional del petróleo?
Aun más, quién apostaría a que los oportunistas que se treparon a la causa de los normalistas de Ayotzinapa y aquellos, dizque anarquistas, que violentan manifestaciones y vandalizan en la capital del país, arriarían banderas en caso de que Miguel Ángel Osorio Chong dimita a la Secretaría de Gobernación.
Cierto es que el equipo presidencial ha tenido severos tropiezos en áreas de suyo delicadas como es el área de inteligencia nacional como en materia de política de comunicación. Y, esta referencia no es propia, no. El jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Aurelio Nuño, lo declaró a finales del año pasado, en una entrevista al diario español El País. Y luego, en un acto en San Cristóbal Ecatepec, ante el presidente Enrique Peña Nieto, aludió a los problemas que enfrenta el país y a aquellos intereses que se mueven en torno de la insistencia de que renuncie el Presidente de la República.
Los cambios, la historia del México contemporáneo lo demuestra, no son soluciones mágicas a problemas nacionales. Suelen ser, en cambio, decisiones presidenciales contra quién o quiénes ya no sirven al interés del equipo. Y, cuando un cambio se avecina, el Presidente suele dar señales de que ello ocurrirá.
Los funcionarios públicos o integrantes del gabinete instalados en la ruta del relevo de pronto no son invitados a los actos oficiales en los que tienen responsabilidad; el Presidente, incluso, comienza a saludarlos fríamente. Se acaban las sonrisas, las palmadas en la espalda e incluso las bromas. La frialdad presidencial tiene sus fundamentos.
Aunque también, praxis de mentir con la verdad, las decisiones del Presidente no tienen fecha ni tiempos políticos.
Por eso, en esto de los trascendidos, la figura de Manlio Fabio Beltrones tiene alta relevancia cuando se le ubica lo mismo en el relevo de Osorio Chong que en la presidencia del CEN del PRI. Pero, por lo menos hasta el viernes pasado, no se había movido un solo papel en su escritorio de la oficina que tiene en la planta baja del edificio H de la Cámara de Diputados.
Igualmente, en las oficinas principales de las secretarías de Gobernación y de Hacienda, e incluso en la de la SEP, no se registraba movimiento alguno que indicara un cambio de inquilino. Pero, ¿usted cree que cambios en el gabinete presidencial sean solución a los problemas que enfrenta el país? Como que son ganas de perder el tiempo y quizá hasta de joder al vecino.
Porque, como diría el filósofo de Güemes, si no se van, se queden. Conste.

LUNES. Donde es un hecho el carrusel de cambios, es en la Cámara de Diputados y en el Senado, donde hay varias oficinas en proceso de desalojo, con cajas en las que diputados y senadores echaron sus tiliches y esperan el momento para solicitar licencia al cargo. Por ejemplo, Alejandro Moreno Cárdenas, diputado federal priista y presidente de la Comisión de Gobernación, se alista para ir en pos del relevo del gobernador de Campeche, Fernando Eutimio Ortega Bernés, aunque éste tiene a su delfín, según cuentan, en el senador Raúl Aarón Pozos Lanz. Y los que faltan. Digo.

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