domingo, 2 de agosto de 2015

EL PADRE PANTOJA: LIDER OBRERO, PÁRROCO Y DEFENSOR DE MIGRANTES. LUIS CARLOS RODRIGUEZ

Portal The Exodo
De líder obrero, a sacerdote y defensor de migrantes en el norte del país, donde todos los días se enfrentan a la tragedia que viven los centroamericanos que cruzan el país y a las historias de maltrato, secuestros y asesinatos a los que son sometidos por parte del crimen organizado.
LUIS CARLOS RODRIGUEZ GONZÁLEZ
Perteneciente a la Teología de la Liberación, con 77 años de edad, de los cuales la mayoría los ha dedicado al sacerdocio y en ese camino tuvo primero que emprender la defensa de obreros cuando en 1974, siendo vicario en la Catedral de Saltillo, fue testigo y protagonista en la huelga de las empresas Cifunsa y Cinsa, siempre al lado de los trabajadores.
En el reportaje  “Padre Pantoja: Amar a Dios en Tierra de Zetas” que publicó la revista Gatopardo se destaca la labor de este icono social: “Pantoja Arreola ha propuesto que las casas de migrantes no sólo brinden comida, techo y protección contra los secuestros, sino que fomenten la conciencia política de los migrantes y los transformen, de ese modo, de víctimas en protagonistas de su propia liberación”.
“Hoy están en el frente de guerra contra el crimen organizado, que encontró en los migrantes —y en la complicidad gubernamental— una industria de explotación por medio de los secuestros, el reclutamiento forzado de sicarios, la trata de blancas y el tráfico de órganos”, destaca el texto de Emiliano Ruiz Parra.
La migración tocó a Pedro Pantoja desde el primer año de edad, cuando su familia huyó de la pobreza de San Pedro del Gallo, en Durango (el censo de 2010 registró setecientos habitantes en el pueblito), para instalarse en el valle de Parras, fértil en uva y algodón.
A los diez años migró de nuevo, pero ahora solo, a Saltillo, al seminario menor; a los quince cruzó la frontera para continuar los estudios sacerdotales en Nuevo México. Pero la experiencia clave que le mostraría la migración como un fenómeno que cambia la historia mundial la tuvo a los veinte años, cuando conoció al líder migrante más célebre en la historia de Estados Unidos, César Chávez —aunque también ampliamente controvertido por su autoritarismo y megalomanía.
En 2002 el ando el obispo de Saltillo, Raúl Vera, lo requirió urgentemente: en la capital se registraba una ola de asesinatos de transmigrantes centroamericanos y era urgente que un sacerdote experimentado reforzara Belén, Posada del Migrante, que dos religiosas habían abierto hacía poco en una bodega abandonada. Pedro Pantoja no lo pensó dos veces.
En los últimos años la diócesis de Saltillo ha documentado doscientos casos de desapariciones forzadas de personas. Y esos casos no se refieren a migrantes centroamericanos sino a ciudadanos mexicanos.
"Éste es territorio de Zetas, de cárteles y de muchísima violencia. El crimen organizado es una empresa perfecta que cubre todos los estamentos de la sociedad: los aparatos políticos, los empresarios, los ganaderos, los comerciantes”, comentó el padre Pantoja.
"Estados Unidos era un sueño, ahora es una amargura", comentó Franklin, un inmigrante hondureño que acumulaba, a principios de enero de 2012, dos meses de residencia en Belén, Posada del Migrante al periodista Emiliano Ruiz.
Posada del Migrante admitía a los indocumentados hasta por tres días como la mayoría de los albergues. Pero cambió por completo su perfil: ya no sería más una casa de resguardo y reparación temporal, sino el experimento de "un modelo alternativo de sociedad", como lo llama Pedro Pantoja.
"El objetivo es que pasemos de la victimización a un grado nuevo de subjetividad social, de manera que, si llegaron como víctimas, salgan como actores, como protagonistas", dice.
 
Su sueño es que reconstruyan Centroamérica como alcaldes, diputados, ministros. Por eso conceptualiza el albergue como un modelo alternativo de sociedad. www.theexodo.com